La cerámica es una de las artes más antiguas conocidas por el hombre, y ha dejado huella en todas las culturas que han habitado nuestro planeta. En América Latina, la cerámica precolombina es especialmente relevante, ya que nos habla de las distintas formas en que las sociedades andinas, mesoamericanas y amazónicas se relacionaban con su entorno y con su imaginario simbólico y religioso.
En los Andes, la cerámica fue utilizada en la vida cotidiana y en ceremonias religiosas. Los mochicas, por ejemplo, crearon una cerámica figurativa muy expresiva, que retrataba animales, seres humanos y deidades con gran detalle y realismo. Gracias a ellos, hoy sabemos cómo eran las vestimentas, los adornos, las armas y los objetos de la vida diaria de los mochicas.
En Mesoamérica, la cerámica adquirió un sentido religioso y mágico muy profundo. Desde los olmecas hasta los mexicas, los pueblos mesoamericanos utilizaron la cerámica para crear representaciones de sus dioses, para contar historias y para celebrar rituales.
En la Amazonía, la cerámica fue utilizada principalmente para la elaboración de recipientes y utensilios utilitarios. Los pueblos amazónicos crearon una gran variedad de formas y técnicas, adaptadas a las necesidades de la vida cotidiana y a los recursos disponibles en sus territorios.
La cerámica precolombina es una ventana al pasado, que nos permite conocer las formas en que las sociedades americanas se relacionaban con su entorno y entre sí, y que nos habla de las creencias, los valores y las formas de vida de los antiguos habitantes de América Latina. La diversidad de formas, técnicas y estilos de cerámica precolombina es una muestra de la riqueza cultural y artística de nuestro continente, y su estudio es fundamental para comprender nuestra historia y nuestra identidad como pueblos latinoamericanos.